Toda una vida. Toda una familia. 4 generaciones con carnicería.

carniceria cerca de mi ubicacion

 

 

Carnicería El Churri actualmente lo regentan tanto Jose Ignacio Palacios, su fundador, como su hijo Álvaro Palacios, cada uno con su local, sus productos y sus procesos en perfecta simbiosis. Sin embargo su buen hacer viene de lejos:

Con Álvaro se alcanza la cuarta generación de la familia dedicada al gremio de la carne y a ofrecer lo mejor de ella al público. Esto no se circunscribe únicamente al ámbito de «tener una carnicería«, sino que en diferentes momentos cada generación se ha ocupado, además, de criar, elegir, despiezar, curar, manufacturar etc. cada uno de los cortes de res que posteriormente se ponen a la venta del público o sirven a otras empresas de La Rioja.

Por ello cuando entras en una carnicería del Churri en Logroño no vas a encontrar mera carne de dispar procedencia, sino piezas cuidadosamente elegidas y manipuladas, productos de la despensa riojana de la mejor calidad y embutido artesanal de la más excelente categoría. Porque la experiencia es un grado.

1ª Generación con carnicería en Logroño

 

Vicente Medrano Palacios, abuelo de Ignacio Palacios «El Churri», comenzó su andadura en el gremio con una modesta carnicería en Logroño allá por principios de 1934, en la calle Mayor del Casco Antiguo.

Con el éxito cosechado por la calidad sus productos, consiguió un puesto en el famoso Mercado de Abastos. A su arduo pero satisfactorio trabajo se sumaron todos sus hijos que, dedicándose también al gremio de la carne, continuaron lo que terminaría en convertirse en una verdadera tradición familiar.

2ª Generación

Carnicerías, y algo más.

 

Gregorio Palacios Espiga, uno de los hijos de Vicente (padre del Churri y abuelo, por tanto, de Álvaro), dedicó su juventud a aprender y colaborar en el negocio cárnico familiar. Recordaba a veces cómo, con uno de sus hermanos en las primeras épocas, recorría decenas de pueblos buscando las mejores piezas de cordero y cabrito, para llevarlas a Logroño en su moto.

Continuó como el resto de sus hermanos y hermanas con una carnicería en la Plaza de Abastos, y fundaron Frigoríficos Logroño, que fue el matadero municipal del Ayuntamiento.

No sólo eso, sino que en momentos de máximas ventas de su carnicería en la Plaza de Abastos («Gregorio Palacios: carnicería-salchichería» rezaba el cartel, tan amplio el nombre como eran los mostradores), abrió un cebadero propio de corderos por la carretera de Burgos.

Ayudó a la mayoría de sus hijos a fundar Hermanos Palacios, empresa logroñesa dedicada a la carne.

3ª Generación

La experiencia es un grado.

 

Jose I. Palacios «El Churri», el hijo menor de Gregorio, como no podía ser de otra manera, continuó junto con todos sus hermanos en el oficio familiar, hasta hoy con el mismo buen hacer.

Ayudando en la carnicería logroñesa a su padre desde los 13 años, aprendió muy rápido los secretos de la profesión y la calidad que ha sido siempre el sello de la familia Palacios, tomando parte en todos y cada uno de los cargos tanto en el mostrador, como detrás. Por ello no es de extrañar que sus piezas sean muy apreciadas por los fieles clientes que le siguen desde los puestos que regentaba en la Plaza de Abastos de Logroño, y que aún hoy hacen el esfuerzo de visitarle en sus carnicerías actuales.

Su máxima dedicación le ha llevado también a buscar incasablemente las mejores reses por La Rioja y alrededores (afortunadamente y a diferencia de su padre en su juventud, cambió la moto por el camión) y ha criado sus propios corderos. Por ello el producto del que tiene un conocimiento especialmente amplio es este mismo, el cordero.

«Me gusta mucho el trajín de ir por los pueblos, el trato, comprar las piezas, hablar con la gente… Luego ir a la cuadra, ver cómo se hacen grandes… es una gozada. Llegué a tener 500 y 600 corderos en el cebadero para una sola carnicería».

 

Con el Churri y sus hermanos, llegó también el momento de incorporar nuevos productos y tendencias:

«En el cartel de mi padre ponía Gregorio Palacios: carniceria salchicheria porque -nos aclara el Churri- antes no se hacía otra cosa en elaborados más que salchicha. Entonces éramos pioneros en nuestra carnicería al hacer hamburguesas, pinchos morunos, carrilleras de cerdo… Nadie en Logroño hacía ese tipo de cosas».

Refiriéndose a embutidos artesanales, Jose I. Palacios el Churri nos cuenta: «yo fui precedente en producir mis propios chorizos curados para mi carnicería. No hacía entonces nadie más que un par de empresas riojanas.”

 

Hoy el Churri sigue manufacturando sus embutidos, marca distintiva de la casa, en sus propios secaderos y sigue también innovando en todos los ámbitos: con sus exitosos salchichones y chorizos y con sus elaborados que tendrás que conocer en sus carnicerías para no desvelar aquí el sabroso misterio 😉

«Llevaré en esto más de 40 años… Una de mis actuales empleadas está en la casa desde que yo tenía 13 años…»

 

En total el Churri cuenta en su haber con más de 40 años de dedicación al gremio de la carne: mantuvo varios puestos en la Plaza de Abastos de Logroño unos 37 años, abrió sobre 2010 la carnicería que regenta en la Calle Duques de Nájera 41 de Logroño.

Y desde 2017…

4ª Generación

La carnicería moderna llena de tradición.

 

Álvaro Palacios, hijo menor del Churri, ya daba vueltas desde adolescente por la carnicería de su padre deseando acompañarle al cebadero o a descargar ganado… Pero aún no era su momento.

Por suerte, sus ganas de aprender no menguaron con la mayoría de edad, y desde entonces se ha estado preparando. Así como hiciera su padre, ha trabajado en los diferentes puestos  de carnicería, y ha aprendido con su familia los grandes secretos del gremio.

Listo para poner en práctica sus conocimientos con mayor libertad, pasó de trabajar en la carnicería del Churri en Duques de Nájera 41, a abrir con él otra en la Avenida Doce Ligero nº 3 de Logroño.

Se volcó de lleno junto a su padre en la apertura en Septiembre de 2017. Gracias a su nervio y su gran ilusión, ha sido capaz de encarar el éxito de acogida que ha tenido el nuevo negocio sin caer en el cansancio en ningún momento. Allí lo encontrarás todos los días, hablador y risueño en el mostrador, o haciendo los elaborados diariamente, o echando un vistazo a los secaderos…

Siempre con el apoyo cercano de su padre Jose I. Palacios, mantiene el buen hacer y el cariño en cada detalle de su trabajo, proceder heredado del talento histórico de la familia.